Lo mejor de la semana: Oktoberfest

Soy un gran amante de le cerveza, es una de mis pasiones, he probado cerveza de todas partes, española, inglesa, chilena, mejicana, peruana, japonesa, china, alemana... No es sólo beber por beber, realmente la aprecio, por eso era impensable que pasara tanto tiempo sin ir al Oktoberfest. Y no una simple celebración del Oktoberfest, que en Barcelona las hay a patadas y bastante grandes, no...
Lo mejor de esta semana (y de la pasada, que fui de sábado a lunes) ha sido el Oktoberfest de Múnich.

Antes de ir, pensaba que a quien no le gustara la cerveza no tenía ninguna razón para ir, sin embargo me sorprendió mucho ver que la fiesta está pensada para todo el mundo. El lugar es enorme, es una explanada sin fin en el cual se reparten puestos de comida, bebidas no alcohólicas, y atracciones que harían palidecer a algunos parques de atracciones (te miro a ti Tibidabo) junto con varias tiendas y cabalgatas. Caídas libres, casas del terror, norias... lo que quieras. Y si bien los precios de la comida y los recuerdos son bastante privativos, no hemos hecho todo el camino para no comernos un pretzel gigantesco ni comprar alguna tontería.


Además el ambiente es curioso, a parte de estar lleno de gente a más no poder, la ropa clásica bávara creaba un aura extraña que no te permitía olvidar dónde estabas (y que te daba ganas de pedir otra jarra) y es que absolutamente todo el mundo lleva esa ropa, desde niños a ancianos pasando por adolescentes, el cani y el pijo, la gótica y la choni, se ponen su ropa típica sin ningún problema, es algo que les encanta. Y debo decir que hay una gran injusticia entre hombres y mujeres en cuanto a ropa se refiere. El vestido de las mujeres se ve bien, es atractivo, sin embargo los hombres... ¿Cómo puedes mirar a alguien a la cara llevando esos pantaloncitos? Completamente injusto.




Y lo más importante, la cerveza. Si como yo, vas el primer día de todos sin ayuda de un alemán, harás como yo y te irás, después de buscar un sitio en el que beber durante horas, a un supermercado y te comprarás una franciscane fresquita para bebértela en un banco (dios bendiga las leyes alemanas de beber en la calle) junto con veinte turistas más que tampoco han conseguido entrar a ningún sitio que sirvan cerveza.


Por suerte el día siguiente pude quedar con un amigo que vive en Múnich, que después de explicarme cómo el primer día la gente hace cola desde las cinco de la mañana, nos enseñó cómo funcionaba todo en el lugar.
Cada cabaña es de una marca de cerveza, sólo sirven si tienes mesa, 11 euros el litro y la cerveza es especial, más suave, pero realmente deliciosa, entra de maravilla y se mantiene fresca, recomiendo a quien vaya que beba Paulaner, aunque eso lo recomiendo en España también, ya que la Voll Damm se ve muy poco fuera de Cataluña. En las cabañas hay música cervecera, sorprendentemente suena mucho esa de "hemos venido a emborracharnos y el resultado nos da igual", según nos contó, es de origen alemán y la mayoría de las canciones tienen una parte para brindar y beber.
Además en toda la ciudad sirven cervezas especiales durante el oktoberfest, por lo que, aunque he dicho que todo el mundo puede disfrutar la
fiesta, los amantes de la cerveza la disfrutamos a un nivel diferente.

Oktoberfest, es algo a lo que hay que ir una vez en la vida.
Mínimo.

2 comentarios:

  1. Maldita injusticia de pantalones! xDDDD

    A mi no me gusta la cerveza (excepto la afrutada) y me encantaría ir igual jajajaja

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    1. Lo dicho,es una fiesta increible incluso restandole la cerveza.
      Y cerveza afrutada ahi no encontrarás, son muy puristas, pero en supermercados cercanos seguramente si, de hecho en alemania usan unos líquidos verdes y rojos en la cerveza que le dan sabores afrutados realmente buenos.

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