Amor en Kanto

Con cada nueva generación de pokémon hay tres cosas que aumentan. La primera es la cantidad de pokémons nuevos horribles, la segunda son las regiones que según dicen “acaban de descubrir… ¿En serio? Porque en pokémon dorado la segunda región estaba al lado de mi casa, a 10 segundos de surf. La tercera tal vez no es algo en lo que la gente se fija tanto, es la importancia del “amor” a los pokémon.

En el pokémon azul no había nada de eso, en el amarillo tu pikachu podía estar más contento o más enfadado y había que cuidarlo bien o meterlo al PC (no me gusta que me siga una rata que no puede evolucionar a raichu), en el dorado podías cortarles el pelo, darles limonada y demás cosas y había una mujer que te decía si estaban contentos y si no recuerdo mal, había un ataque que se hacía más fuerte según tu relación con el pokémon e incluso decían que una persona mala hacía que sus pokémon fueran también más malos que mandar a la abuela a por droga.

Así hemos llegado al punto en el que estamos, pastelitos para los pokémon, concursos de belleza y el 87’32% de las conversaciones con npcs tratan sobre lo amigos que son con sus pokémon y lo mucho que los quieren…

¿En serio? ¿Es tu gran amigo? ¿Lo amas y adoras? Pues si tanto lo quieres y tantos pastelitos le das ¿por qué mierdas le haces luchar contra un dragón escupe llamas de 4 metros?

- O que pikachu tan bonito tienes, mira mi charmander que mono que es… ¿Qué te parece si les hacemos electrocutarse y quemarse hasta que sólo quede uno en pie?

- Ya tardas.

Además de que los sacas de su hábitat para meterlos en una bola de la cual solo salen para pelear y sufrir o simplemente lo metes de por vida en un ordenador ya que sólo lo querías para tener uno.

Dejémonos de falsedades, los pokémon no son amigos, los usamos para nuestros fines, hacemos que peleen para ganar dinero, los sobre explotamos para conseguir mover rocas pesadas o subir cascadas. ¿De verdad creéis que a un pidgey de 3 centímetros no le cuesta llevarte volando de punta a punta del país?

Los pokémon son armas, son malditas balas que cargas en el revólver, apuntas a la cabeza de Joven Joey y su rattata (la cual es tan increíble que te llamará a todas horas para decirte lo genial que es) y aprietas el gatillo rezando para que por fin deje de llamarte.

En serio, ¿por qué le di mi teléfono? ¿Qué clase de entrenador es que sólo tiene una ratatta, no se ha movido de su calle y encima te llama para fardar de eso? ¡No Joey, no me interesa que tu ratatta se genial, deja de llamarme mientras estoy luchando contra una banda terrorista! Estoy seguro que su ratatta llama a los demás pokémon para decirles lo horrible que es su entrenador.

Y si el entrenador quiere, puede destrozarles psíquicamente. Imaginad una batalla entre dos pokémon, uno usa un ataque de seducción y el otro se enamora, lo cual causa confusión. En ese momento el entrenador le ordena que golpee a su gran amor y el obedece, el debe obedecer si no quiere quedarse atrapado en un pc de por vida. Eso le deja secuelas de por vida y nunca más será el mismo.

Además no se en que se basa el cariño de los pokémon, yo siempre los he usado hasta que morían, si al acabar la batalla estaban envenenados seguía para adelante tan tranquilo y el pitido que alertaba de la vida baja solo servía para que quitara el volumen y sin embargo me adoraban.

En definitiva, los juegos de pokémon son una recreación de crueldad apuestas en luchas de súper animales que tratan de enmascarar bajo un falso velo de amistad y amor y el único juego que no los hiere ni los captura es pokémon ranger, el cual es un auténtico asco.